lunes, 17 de noviembre de 2014

"Soy lo que soy, y eso es suficiente"

El texto original es "I exist as I am, that is enough", es un fragmento del poema Canto de Mí Mismo incluido en el libro Hojas de Hierba de Walt Whitman, ensayista, poeta y humanista estadounidense, padre del verso libre.

¿Cuántos pueden decir con convicción estas palabras?... es probable que muchos, claro mientras no nos miremos al espejo (literal y metafóricamente). Es que es recurrente esa esa escena en que buscando todo lo que somos salga de forma natural ese discurso enfermo de auto-derrota. Todo aquello que no soy, todo aquello que no tengo, todo aquello que debo ser y todo aquello que no sé.

No soy la excepción, viví muchos años lamentándome sobre lo que no formaba parte de mi vida, ese maldito speech de auto-derrota en modo activado derrumbando lo mejor de mi a diario y quitándome centímetros de grandeza. Seré honesta, y diré que por mucho tiempo culpé a mis padres por todo esto, y sí, aunque tuvieron gran participación en la elaboración de este auto-destructivo dialogo interior, hay dos cosas que aprendí sobre todas aquellas cosas que nos heredan nuestros padres:

1.- Nadie le enseña a ellos a ser padres, posen recursos de crianza limitados por sus propias taras y traumas, y con ellos hacen lo que pueden... y sobre todo, lo hacen con la convicción absoluta (aun cuando a nuestros ojos no se vea así) de que es lo mejor para nosotros.

2.- Hay un punto de la vida en que debemos dejar de culpar a nuestros padres por lo que resultamos ser, sólo debemos mejorarlo o aceptarlo, pero sobretodo dejar ese capitulo de adolescente rebelde de lado y seguir con nuestras vida. Y si a lo largo de tu vida lo sigues haciendo, que sea por deporte, no porque realmente te crees esa estupidez.

Cuando ya dejamos de culpar a nuestros padres, ahí no termina todo, ya que es frecuente que empecemos a buscar culpables y en esa búsqueda empezamos a repetir patrones de conducta. Y bueno, todo esto depende exactamente donde radique nuestro conflicto interno, para todos es diferente, pero cumple con las mismas reglas. Por lo general es fácil de identificar, siempre va a acompañado de expresiones como, "¿por qué a mi?", o "¿por qué siempre me pasa lo mismo?" o "algo me decía que iba a terminar así"... esa interrogante infinita que nos hace llegar a pensar que en algún lugar del mundo hay una persona con un pequeño muñeco vudú enterrándonos la aguja siempre en el mismo lugar, y es verdad que te llegas a converser que no puede ser otra cosa. Y claro que es otra cosa, eres tu mismo auto-flagelandote una y otra vez, y ¿por qué lo haces?... lo diré fuerte y crudo... lo haces por gusto, quieras o no aceptarlo esa constante victimización te trae algún tipo de beneficio. ¿Qué beneficio podría se este?, simple... la necesidad de liberarte de todo cargo y obligación contigo mismo.

Un ejemplo de esto es mi nefasta vida amorosa, nunca amé ni fui amada en este sentido, todo sucedía siempre de la misma forma, conocía a un tipo que parecía aun mejor que el hombre de mis sueños, teníamos una gran conexión sexual, pasábamos un maravilloso tiempo juntos, algo sucedía y comenzábamos a distanciarnos, y bueno,... eso era básicamente todo. Eso se repitió numerosas veces, hasta que empecé a ver un patrón y que el tiempo que duraba este patrón cada vez era más corto y el encuentro con el siguiente más largo...  bueno empezó a doler, y siempre me ha parecido que el dolor es el limite.

Aquí fue  donde yo me detuve y me forcé a dejar de creer en todo lo que me parecía conocer, y con un poco de lectura entendí que soy yo la que creo, permito y promuevo todo lo que me sucede. Dejé de culpar al resto y decidí tomar el toro por las astas.

Y claro, cuando estas en este proceso pasas por los cinco estadios del modelo Kübler-Ross (las cinto etapas del duelo), y sí, pasa que estas realmente dejando ir una parte de ti. No lo voy a negar, todo esto duele... hubo noches de frustración y llanto por no saber que estaba mal conmigo; luego mañanas de ira y rabia acusándolos de que era ellos los que estaban mal; desesperados deseo solicitados a estrellas fugases; grabaciones de hipnosis nocturna; incluso acupuntura (por si acaso). Hasta que un día, me dejé de pavadas, y entendí que todo esto tenía que ver con mi padre, y no  es que quiera echarle la culpa (ya habíamos cerrado ese capítulo), no fue por su culpa, pero si por su causa. Toda mi vida se resumía en un indefinido numero de intentos por su aprobación, lo que me llevó a relacionarme con hombres de esta misma manera, necesitaba constantemente que me definieran. Necesitaba la aprobación de otro para sentirme bien con lo que era... ¡Eureka!

 Cuando llegaste a este nivel de lucidez debes empezar a cuestionarte todo, pero no en su gran totalidad, si no por partes. Debes encontrar donde estas haciendo cortocircuito, o mejor que esto, aceptarlo. Y existen dos grandes opciones para entender cual es tu situación: (1) La situación es idéntica pero en circunstancias diferentes; o (2) La situación es diferente pero en circunstancias idénticas.

Y así fue como entendí que no sólo mi vida amorosa estaba estancada girando sobre su propio eje... era mucho mas grave que eso. Resultó ser que toda mi vida estaba sumergida en el mismo paradigma (en el tiempo os contaré cual era este).

Esto debe ser lo más similar a despertar un día y darte cuenta que la tierra es victima de una invasión alienígena; que estalló la Tercera Guerra Mundial; o que tu ciudad ha sido invadida por zombies. Y cualquiera sea el caso todo lleva a una destrucción absoluta... no queda nada, todo está en ruinas, todo desapareció, estas vacío y solo... pero sonríes porque lo único que te queda es empezar con la reconstrucción.

Y así es como un buen día te miras al espejo, te da gusto lo que ves y empiezas el día diciendo "Soy lo que soy, y eso es suficiente".




No hay comentarios:

Publicar un comentario